Esta pandemia no solo ha dejado un escenario dramático de muertes y contagios; también ha hecho aumentar notablemente los problemas de salud mental: ansiedad, estrés, depresión, han sido hasta cinco veces más frecuentes en estos casi dos años de pandemia, según la OMS.
Sin embargo, no nos afecta a todos/as por igual. Las situaciones de exclusión y pobreza afectan directamente al bienestar emocional y mental de las personas que los afrontan, aumentando las probabilidades de desarrollo de problemas de salud mental. Así lo desvelan los datos publicados recientemente por el CIS: el porcentaje de personas en exclusión y pobreza que han visto como su salud mental se ha visto afectada durante la pandemia casi duplica al de aquéllas con más recursos económicos (32,7% frente a 17,1%). Celso Arango, presidente de la Asociación Española de Psiquiatría, aportó en octubre de 2021 los siguientes datos: “En Europa, hay más de 84 millones de personas con trastornos mentales y 165.000 muertes anuales por enfermedad mental , 50.000 de ellas por suicidio. De hecho, las enfermedades mentales son la segunda causa más común de discapacidad en Europa. Además, el suicidio es la sexta causa de muerte en la población general y la cuarta causa de muerte entre la población joven. En España, los datos son alarmantes: en 2019, 3.671 personas se quitaron la vida, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Diez personas al día.”
Más datos; según el informe “Headway 2023″, el 83% de las mujeres asegura que la pandemia ha afectado negativamente a su salud mental, en comparación con el 36% de los hombres. Este informe también ha revelado que los problemas de salud mental, en especial los de tipo moderado, afectan al 20% de la población en edad de trabajar en un momento dado de su vida, mientras que el 70% de los/as trabajadores/as refieren sufrir o haber sufrido problemas de salud mental leves.
Ante este panorama, los servicios de salud mental públicos tienen actualmente una limitación en su capacidad de respuesta, siendo los tiempos de atención que pueden ofrecer a la población muy escasos para la urgencia social existente. España sigue teniendo menos especialistas en la sanidad pública que otros países europeos: 11,8 psiquiatras por cada 100 mil habitantes frente a 18 de media europea, según los datos de Eurostat de 2019. Países como Alemania llegan a tener a 27 y Grecia 26. El número de psiquiatras en España casi no ha cambiado en la última década.
A esto se suma el elevado coste de los servicios privados de salud mental, que las personas en situación de exclusión y pobreza no pueden asumir. Esta crisis social desencadenada por la pandemia deja un escenario de gran gravedad; la del incremento de personas en situación de exclusión y pobreza, que además de vivir una situación personal grave, tienen más dificultad a la hora de acceder a recursos de atención y apoyo en salud mental.
Con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Depresión (13 de enero), desde Fundación PROCLADE nos sumamos a entidades públicas y privadas, profesionales y ciudadanía, que trabajan diariamente para ofrecer espacios de apoyo, escucha y acompañamiento que están atravesando situaciones emocionales complejas, con el fin de reducir sus sentimientos de estrés, ansiedad y malestar; y compartimos la inquietud y demanda social por una refuerzo y aumento de los recursos públicos destinados a mejorar el acceso a los servicios necesarios para tratar y atender a personas con problemas de salud mental.
