“Sin paz no tendremos desarrollo y sin desarrollo no tendremos paz”. Lo dice Marta Iglesias López, presidenta de la ONG Asociación para la Solidaridad (vinculada a los redentoristas) y responsable de Acción Internacional en el Movimiento por la Paz–MPDL. Marta ha sido la invitada del programa de mayo de ‘Viaje en Globo’, una iniciativa de Fundación PROCLADE y de Solidaridad y Misión de la Provincia Claretiana de Santiago.
Licenciada en Periodismo y experta en Información Internacional y Países del Sur por la Universidad Complutense de Madrid, es también profesora asociada de la Universidad Carlos III y durante varios años fue vocal de incidencia política en la Junta de Gobierno de La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo.
La importancia de la “paz positiva”
Al ser preguntada por cómo se construye la paz, Iglesias señala: “Nos gusta mucho alinearnos con el enfoque de [Johan] Galtung, ‘la paz positiva’, que dice que para hablar de paz no podemos focalizarnos solamente en terminar con las violencias directas o físicas, sino que tenemos que trabajar también desde el ámbito estructural y desde el ámbito cultural. Y también hacerlo desde lo individual y desde lo comunitario”.
Directamente relacionado con esto está el concepto de “desarrollo”. “No se pueden separar –asegura Iglesias–. Cuando hicimos las evaluaciones de los ocho Objetivos del Milenio se llegó a la conclusión de que aquellos países que tenían contextos frágiles o violentos eran justo los países que menos habían avanzado en la consecución de esos Objetivos. Sin paz no tendremos desarrollo y sin desarrollo no tendremos paz”.
“Además –añade–, si no conseguimos que las personas tengan sus derechos protegidos, pero también que tengan oportunidades de desarrollarse, acceder a un empleo, optar a una educación o cubrir su necesidad de salud básica, vamos a tener más conflictos, y es la pescadilla que se muerde la cola”.
“Si no existiera la Agenda 2030 habría que crearla”
Con respecto a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el plan de acción de Naciones Unidas que plantea 17 objetivos de las esferas económica, social y ambiental, Marta Iglesias se posiciona de manera clara: “Si no existiera habría que crearla, pero afortunadamente la tenemos”.
“Es verdad que le faltan cosas; si yo la hubiera redactado, hubiera sido más ambiciosa en algunos ámbitos –admite, pero a la vez defiende–: Es la primera vez que tenemos un texto de esta ambición firmada por los 193 países. Es un consenso internacional muy potente que no habíamos tenido antes, que nos pone una misma agenda de trabajo con un mismo enfoque. Y fundamentalmente, para mí es una herramienta que nos ayuda a buscar otra manera de trabajar: las personas en el centro como foco para las decisiones, cosa que no siempre ha estado tan claro”.
Marta lamenta las críticas que se hacen en la Agenda 2030 en círculos eclesiales: “Me entristece muchísimo. Creo que en el fondo lo que pasa es que igual no se la han leído bien, o no la han entendido bien. Uno lee la Doctrina Social de la Iglesia y encuentra un montón de parámetros que ves con mucha claridad en la Agenda 2030. La Iglesia viene diciendo muchas cosas con mucha más antelación. En ‘Fratelli tutti’, ‘Laudato si’, las últimas encíclicas de Francisco, pero también de Benedicto XVI y de sus antecesores, ves planteamientos de la persona en el centro, la fraternidad, el respeto y el cuidado mutuo, el cuidado del medio ambiente, la economía solidaria, la responsabilidad de la clase política… Igual las personas firmemente convencidas de la Agenda 2030 no la estamos sabiendo explicar bien”.
