El día 12 de junio conmemoramos el Día Mundial contra el trabajo infantil, que junto con el 16 de abril, Día Mundial contra la esclavitud infantil, nos recuerdan la existencia en nuestro mundo de esta problemática de total injusticia que aún vive nuestra infancia. Como ONGs tenemos la obligación de ayudar a erradicarla. No podemos olvidar la importancia de que todos los niños y niñas del mundo puedan tener una vida digna y un futuro sin límites. Sin embargo, las cifras nos dicen aún que estamos muy lejos de lograrlo.
Según los datos de un informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de Unicef, la agencia de Naciones Unidas para la infancia, recientemente publicado, se estima que a principios de 2020, 160 millones de menores estaban forzados a trabajar, es decir, 8,4 millones más que hace cuatro años.
El informe, que se publica cada cuatro años, muestra que la mitad de los menores que trabajan tienen solo entre 5 y 11 años y que el número de niños de 5 a 17 años que realizan trabajos peligrosos, es decir todo trabajo que es susceptible de dañar su salud, seguridad o moral, ha aumentado en 6,5 millones desde 2016, hasta alcanzar 79 millones.
Unas estimaciones extremadamente elevadas que, además, parece que incluso podrían ser más altas, agudizadas aún más por las crisis, el aumento de la pobreza y el cierre de escuelas derivadas de la pandemia por Covid-19.
Tratando de visibilizar todo lo posible esta situación, el presente año 2021 fue nombrado por Naciones Unidas como Año Internacional para la Eliminación del Trabajo Infantil, por lo que la celebración de este 12 de junio es especialmente relevante para todos y todas como ciudadanos y ciudadanas, pero de un modo especial para todas las organizaciones que nos dedicamos a tratar de erradicar esta realidad con nuestro trabajo.
Los grandes organismos internacionales, desde siempre, se han encargado de recordarnos el trabajo que aún queda por hacer al tiempo que nos vuelven a insistir en el camino que a nivel internacional todos los países deberíamos seguir para proteger a nuestros niños y niñas. Así podemos acudir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que en su Meta 8.7, hablan de “adoptar medidas inmediatas y eficaces para erradicar el trabajo forzoso, poner fin a las formas contemporáneas de esclavitud y la trata de seres humanos, y asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil, incluidos el reclutamiento y la utilización de niños soldados, y, para 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
Sin embargo, pese a todos los grandes compromisos internacionales ya establecidos, lo cierto es que la cifra que antes mencionábamos sigue siendo demasiado alta, lo que es peor, sigue creciendo, lo que debería hacernos comprender lo mucho que aún falta por hacer.
Por eso, en el Día de las Personas Refugiadas, hacemos un llamamiento a los gobiernos, agentes sociales, organizaciones y ciudadanía, cuya responsabilidad es crucial para poder acoger y ofrecer una vida digna a los 82,4 millones de personas en todo el mundo que se han visto obligadas a huir de sus hogares (ACNUR).
Irene Gil
Responsable de Acción Soial en Fundación PROCLADE