En un mundo dónde el acceso a una alimentación de calidad es un derecho humano fundamental, muchos países se enfrentan a grandes desafíos en cuestiones de seguridad y soberanía alimentaria. Desde Fundación PROCLADE se está llevando a cabo un proyecto en el corazón de Haití para empoderar a las comunidades locales.
El proyecto “Creación de una cooperativa agrícola en las comunidades de Cazale para consolidar su proceso de soberanía alimentaria”, implementado gracias al apoyo del Ayuntamiento de Valencia y junto al trabajo de CMF Haití, representa la tercera fase de un proyecto más amplio que tiene como objetivo fortalecer la soberanía alimentaria y promover medios de vida autosostenibles en esta región, marcada por la sostenida situación de pobreza e inestabilidad política, y que enfrenta fuertes desafíos en términos de seguridad alimentaria.
Durante los últimos dos años, hemos estado trabajando incansablemente para mejorar las condiciones de vida de 16 comunidades de Cazale. La primera fase se centró en la capacitación de 20 familias en diversas actividades agrícolas, desde la ganadería caprina hasta el cultivo de la moringa y la apicultura. Se proporcionaron semillas, material apícola y ganado para impulsar la producción, y se creó un espacio demostrativo para compartir conocimientos.
Durante la segunda fase se han fortalecido y ampliando los conocimientos sobre técnicas de producción agroecológica, formando a la población en temas clave como producción y comercialización de los productos. Además, se han generado nuevos espacios agroecológicos con sus respectivos comités de gestión como forma de garantizar su organización y sostenibilidad en el tiempo.
Teniendo en cuenta los buenos resultados obtenidos y atendiendo a las necesidades de la población, planteadas desde el diálogo permanente y horizontal con las comunidades, se inició una tercera fase para la creación de una cooperativa agrícola. Desde su inicio, el proyecto ha priorizado el empoderamiento de las mujeres y las familias monomarentales de Cazale garantizado la equidad de género en los puestos de liderazgo de la cooperativa, fomentando a través de formaciones específicas en cuestiones de género una mayor feminización en las posiciones de responsabilidad.
El proyecto desarrollado en Cazale representa un testimonio inspirador del poder del trabajo colaborativo y comunitario. Así pues, la cooperativa, el banco de semillas o el sistema de crianza de ganado generado tras el proyecto no solo beneficiará a sus miembros, sino que busca retribuir a la comunidad ampliando de este modo el impacto. A medida que la cooperativa crezca, no solo se fortalecerá la seguridad alimentaria, sino que también se sentarán las bases para un desarrollo sostenible y equitativo en la zona.
Raquel Jiménez, técnica de Cooperación al desarrollo
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