Tan sólo ocho países producen alrededor del 90% del cacao mundial, y más de 11 millones de personas en África y América dependen del cacao como medio de vida. Mientras que el cultivo de cacao se encuentra principalmente en las regiones tropicales de los países del Sur, la mayor parte del procesamiento y el consumo de productos de cacao se dan en los países industrializados.
Muchos pequeños productores no tienen idea del valor de sus productos, por lo que venden su cacao a un precio de mercado inferior. En el caso del cacao, solo el 6% de los 100.000 millones de dólares facturados llega a quienes lo producen. La situación difícil del mercado del cacao y los ingresos tan bajos de los productores han provocado que el porcentaje de trabajo infantil y la esclavitud en África occidental, por ejemplo, hayan aumentado.
Así, el Comercio Justo supone una alternativa a un modelo productivo y comercial que perjudica especialmente a quienes están al principio de la cadena. La concentración de empresas y poder a un lado de la cadena es una de las características en la producción de cacao junto con la vulnerabilidad y escaso margen de negociación de los millones de productores y productoras. El Comercio Justo garantiza unos ingresos dignos para las organizaciones productoras y fomenta el cuidado de la tierra dado que la producción es ecológica.
Fundación PROCLADE participa del Comercio Justo promoviendo espacios donde dar a conocer las diferentes iniciativas que generan procesos positivos en las regiones del planeta que más necesitan de un cambio en nuestro modelo de consumo.