El Día Mundial del Agua se propuso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo efectuada en Río de Janeiro, Brasil, del 3 al 14 de junio de 1992. Hoy, 30 años después, su propósito inicial de concienciar a la humanidad del deber de cuidar este preciado recurso natural, se hace cada vez más necesario. Este año se celebra bajo el lema “Aguas subterráneas: Hacer visible el recurso invisible”. Cada año, sobre esta fecha, se publica un Informe sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el planeta, con el fin de proporcionar herramientas a los líderes mundiales para llevar a cabo políticas de agua viables, eficientes y efectivas. Este informe está coordinado por el Programa Mundial para el Desarrollo de los Recursos Hídricos (WWAP) de la UNESCO. Este organismo también contribuye a la celebración del Día Mundial del Agua dentro de las actividades de su Programa Hidrológico Intergubernamental (PHI), que trabaja durante todo el año para construir la base de conocimientos científicos para ayudar a los países a gestionar sus recursos hídricos de manera sostenible.
El agua es un bien natural al que toda persona tiene derecho, sin embargo, las Naciones Unidas afirman que siguen existiendo alrededor de 2.200 millones de personas en todo el planeta que no tienen acceso a agua potable. Además, la escasez de agua afecta a más del 40% de la población mundial. La celebración de este día, por tanto, pretende dar voz a todos esos seres humanos, así como evidenciar la crisis mundial del agua y la necesidad de buscar medidas para abordar el problema. Una temática que también se incluyó dentro de la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, concretamente el número 6: Agua y saneamiento para todos antes de 2030.
Es cierto que el agua puede considerarse un bien económico, pues todas las actividades sociales y económicas dependen en gran medida de su abastecimiento, pero a veces perdemos de vista lo más importante: también es un recurso natural incondicional para el mantenimiento de los ecosistemas, un bien sin el cual no habría vida. Pero ¿qué podemos hacer en nuestro día a día para hacer un uso responsable del agua? Con tan solo unos pequeños gestos individuales, podemos lograr grandes cambios globales: darte duchas cortas, abrir el grifo solo cuando es necesario, evitar tirar basuras al retrete, poner la lavadora o el lavavajillas cuando estén llenos y no antes, o lavar el coche en centros donde usan agua reciclada son algunos buenos ejemplos.
Desde Fundación PROCLADE tenemos claro que, tanto personas como entidades, tenemos el deber y la responsabilidad de actuar en línea con el ODS 6. Por ese motivo, recientemente hemos trabajado en dos proyectos de desarrollo relacionados con agua y saneamiento. El primero, que finalizó en diciembre de 2021, se implementó en Champ de Tirs, en la República Democrática del Congo. El segundo, finalizado hace apenas unas semanas en Basmata, India.
Nacho Romero
Técnico de Base Social y Campañas