Un proyecto en el que ha colaborado Fundación PROCLADE, que comenzaba hace más de una década y que ha permitido a más de 20 familias tener una vivienda digna y un futuro lleno de esperanzas.
A poco más de una hora de San José, capital costarricense, se encuentra esta gran historia de organización y perseverancia. En una zona conocida como El Cacao, se alinean en una calle más de 20 casas de familias originarias de Nicaragua. Muchas de ellas venían diferentes asentamientos, barrios autoconstruidos o alquilando una casa. Pero todas ellas compartían una necesidad: la vivienda; y un sueño: mejorar sus condiciones.
Esta historia de lucha se remonta a 2005, cuando surgió la iniciativa de crear una escuela de párvulos a través del programa Madres Maestras. Poco después, y ante los anuncios de desalojo que amenazaron varias de las familias, éstas iniciaron una marcha hacia la casa presidencial con el fin de detener la acción policial, o al menos aplazarla hasta el final de las clases de los niños. Pese a la promesa de no realizar los desalojos, una semana después, fueron expulsadas de las que hasta el momento habían sido sus viviendas.
Desde entonces, ha sido una larga lucha de organización, capacitación, encuentros, ventas de comida y rifas para recaudar fondos y buscar un lugar al que trasladarse de manera definitiva y construir allí su vivienda y la vida de su familia. Fue entonces cuando Fundación PROCLADE colaboró para la compra de un terreno nuevo y la construcción de estas casas. Y ya no tienen sólo sus casas. Tienen una calle entera, que han llamado calle Mateo en honor a Gonzalo Mateo, el Misionero Claretiano que les ha acompañado en toda esta lucha) con parada de autobús, papeleras y un parque infantil.
Un proyecto de mujeres
Si algo llama especialmente la atención de este proyecto es que las mujeres, desde el principio han sido sus protagonistas. De ellas, cuando empezaron a ser Madres Maestras, empezó la idea y han sido ellas quienes han liderado, motivado y organizado todo este proceso. El Cacao en Alajuela es un proyecto de mujeres y ellas son conscientes de ello:
“Con este proyecto mostramos de lo que podemos ser capaces las mujeres. Aunque tuvimos muchísimas dificultades, las que alcanzamos la meta fuimos las que creímos en el proyecto y a pesar de que los hombres decían que no, no nos desanimábamos. Por eso quienes perseveran alcanzan. No hay que decirle “no” a algo que ni siquiera se empieza”.