Lo decimos todos los veranos, pero no nos cansaremos de recordarlo: ¡la solidaridad nunca se va de vacaciones! De hecho, los meses de julio y agosto, en los que solemos tener menos compromisos, son un buen momento para demostrar nuestra generosidad. Por ello, aquí os dejamos algunas ideas para un verano solidario. Puede que algunas ya te suenen, pero nunca está de más recordarlas:

• Sonríe.  ¿Sabías que necesitamos mover siete músculos para ofrecer una sonrisa y más de 30 para mostrar enfado? Ya no tienes excusa para ofrecer tu mejor cara a todos los que te rodean. Porque además, la felicidad es contagiosa.

• ¿Por qué no disfrutar de un viaje diferente? Las opciones son muchas. Puedes buscar un campo de trabajo, una experiencia de voluntariado internacional o apúntate a un viaje solidario. Pero vayas donde vayas, no te olvides de interesarte por la cultura y las gentes de lugar, aprender sus tradiciones y cuidar sus entornos.

• ¿Qué te quedas en tu lugar habitual? Seguro que en tu entorno también hay maneras de ayudar a los demás en nuestro entorno más cercano: visitar a ancianos o enfermos, ayudar en un campamento urbano, acompañar a personas sin hogar… Cualquier posibilidad será bienvenida.

• Playa, montaña, ciudad, pueblo… Estés donde estés recuerda que la Naturaleza es la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos. Cuídala, recicla y reduce tu consumo de energía.

• ¿Qué tal un buen libro o una buena película?  Son muchas las obras que nos acercan a situaciones desconocidas, que nos ayudan a tomar conciencia de la realidad social que nos rodea e incluso nos presentan soluciones para cambiarla.

• Y como no, en verano y en invierno. Siempre, apuesta por el Comercio Justo. Un zumo fresquito, un cacao junto con un paquete de snacks para desayunar… Todo con la confianza de que detrás de esos productos están relaciones comerciales más justas y respetuosas entre los países del Norte y del Sur.