Porque cuando todo se derrumba, hay que mantener la solidaridad y la esperanza.
Apenas una semana después de que la tierra temblara, un grupo de 42 personas, entre los que se encontraban varios Misioneros Claretianos, no dudaron en responder a la petición de ayuda en Chamanga (cantón Muisne Esmeralda). El pasado 23 de abril acudieron con 8 automóviles y 6 camiones llenos de donaciones. Tras un viaje de 14 horas, y a pesar de los múltiples controles llegaron a su destino. Estas fueron sus primeras impresiones.
“Al llegar se constató la magnitud del terremoto que destruyó el 50% de las construcciones del lugar, produciendo que cerca de 2.000 personas fueran damnificadas directas. Eso sí, gracias a la adecuada reacción, sólo se registraron pérdidas materiales. Por iniciativa de los afectados se constituyeron en este lugar 8 refugios. Al llegar contactamos con las religiosas del lugar, Siervas del Divino Rostro, para apoyar su intervención. Es así como decidimos brindar nuestra donación y colaboración a dos refugios: Divino Rostro, ubicado frente a la capilla, compuesto por 80 familias, con un promedio de 420 personas, y el refugio Nueva Esperanza, donde ACNUR habilitó carpas para cuarenta familia y 237 personas. Está coordinado por líderes del lugar bajo el acompañamiento de un diacono permanente encargado de la escuela.
El día 25 realizamos recreación con los niños y niñas, celebramos la Eucaristía, se cocinó y compartió los alimentos con los afectados, jugamos al bingo y entregamos los kits siguiendo las orientaciones de los líderes locales. Para ello se llenaron fichas con datos de las cien familias a las que se les entregó. La labor realizada consistió, sobre todo, en reconstruir el tejido social, familiar y espiritual, generando esperanza y alegría. Logramos sacarlos de la tristeza en la que están sumergidos desde que vieron que su casa se venía abajo y, con ella, también parte de su vida. Además, en reunión con las religiosas y el párroco del lugar, se acordó elaborar en cada albergue acuerdos de convivencia y generar una organización que ayude a que las familias comiencen a ser autónomas en la elaboración de alimentos.
Se prevé que la solidaridad no sea duradera. Y es que si bien hay presencia de muchas organizaciones y personas generosas, no se registran compromisos duraderos que apunten a soluciones a largo plazo. Algunas personas y organizaciones sólo van de visita a tomar fotos. Ante esa realidad se acordó llevar un registro de las organizaciones que visitan y poner restricciones frente al ingreso y a las fotos”.
Tras repartir y organizar la ayuda, los voluntarios regresaron por una ruta más corta. Cruzaron todos los lugares afectados viendo como muchos poblados han quedado reducidos a escombros y respirando tristeza y sufrimiento. Y mezclado con la esperanza, también volvieron con la sensación de que es probable que el número de víctimas mortales y la magnitud nunca se conozcan oficialmente. Ahora mismo se encuentran preparándose para otra próxima intervención el día dos de mayo.
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