LOS AVANCES EN EL DESARROLLO SOLO PODRÁN SER EQUITATIVOS Y SOSTENIBLES SI LAS VULNERABILIDADES SE ABORDAN CON EFICACIA Y SI TODAS LAS PERSONAS DISFRUTAN DE LA OPORTUNIDAD DE PARTICIPAR EN ESOS AVANCES.

El Informe sobre Desarrollo Humano 2014 – Sostener el Progreso Humano: reducir vulnerabilidades y construir resiliencia – ha sido recientemente publicado. En él, se analizan, incluye y conecta dos conceptos inmensamente importantes para el desarrollo humano.

Para aquellos no familiarizados con los temas, el término “resiliencia” se refiere a la capacidad de las personas y comunidades de sobreponerse ante graves situaciones adversas e, incluso, salir fortalecido de ellas. Una comunidad o un grupo es “vulnerable” cuando se encuentra en una mayor situación de riesgo a sufrir una catástrofe o una crisis, y tiene poca capacidad para reducir el impacto, afrontar la situación y recuperarse de las graves consecuencias que acarrea.

Los datos reflejados por el Informe de este año muestran una tendencia global positiva. Sin embargo, es evidente que se están perdiendo vidas y se están socavando medios de subsistencia y desarrollo a causa de las crisis y las catástrofes (tanto las naturales como las inducidas por los seres humanos). En el prólogo del Informe, Helen Clark (Administradora del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD) afirma: “Sin embargo, estas fatalidades no son inevitables. Mientras que toda sociedad es vulnerable al riesgo, algunas sufren mucho menos daños y se recuperan más rápidamente que otras cuando la adversidad golpea“.

Siguiendo con su análisis del Informe de este año, la administradora del PNUD comenta: “Si bien la globalización ha aportado beneficios a muchos, también ha dado lugar a nuevas preocupaciones, manifiestas a veces como reacciones locales a los efectos indirectos de acontecimientos lejanos. Preparar a los ciudadanos para un futuro menos vulnerable implica el fortalecimiento de la resiliencia intrínseca de las comunidades y los países. Este Informe sienta las bases para hacerlo.”

“El Informe considera la forma en que las vulnerabilidades cambian durante nuestras vidas, mediante la adopción de un enfoque de ciclo de vida. Es decir, los niños, los adolescentes y las personas mayores se enfrentan cada uno de ellos a diferentes conjuntos de riesgos que requieren respuestas específicas. Algunos periodos de vida se identifican como especialmente importantes: por ejemplo, los primeros 1.000 días de vida de un niño o la transición de la escuela al trabajo o del trabajo a la jubilación. Los contratiempos en estos periodos pueden ser particularmente difíciles de superar y tener impactos de largo plazo en la vida de las personas.”

Tras el análisis, señala tres recomendaciones para la reducción de las vulnerabilidades:

1. Acceso universal a los servicios sociales básicos, en particular la salud y la educación.
2. Una protección social más sólida.
3. Un compromiso con el pleno empleo, reconociendo que el valor del empleo se extiende mucho más allá de los ingresos que genera.

Y señala algunos aspectos importantes para la efectividad de las medidas:

• La importancia de instituciones justas que tengan capacidad de respuesta.
• El aumento de la cohesión social para el fomento de la resiliencia a nivel comunitario y para reducir las posibilidades de conflicto.

El Informe reconoce que sin importar lo eficaces que sean las políticas públicas a la hora de reducir las vulnerabilidades inherentes, las crisis seguirán ocurriendo con consecuencias potencialmente destructivas. Crear capacidades para la preparación y la recuperación ante desastres, que permitan a las comunidades lidiar con las crisis y recuperarse de ellas, es vital.

Por último, a escala mundial, al reconocer que los riesgos que son transfronterizos requieren de una acción colectiva, el Informe aboga por compromisos globales y una mejor gobernanza internacional.

Para más información, desde Fundación PROCLADE os recomendamos descargar y leer el Informe completo (de momento, disponible sólo en inglés).